Hoy es un dia negro en mi historia laboral: Han sustituido mi fiel estación de trabajo Unix por una flamante estación Windows. (Ahora vosotros haceis ruidos como "GASP!" y "Oh" ó incluso "Goodness").

Es el fin de una era: ya no más kill -9 cuando un programa se cuelgue, ya no más mandar mails desde la linea de comando, ya no más encargar los cálculos más pesados a la estación de un compañero cuando no está mirando.

Llamadme elitista... (ya? vale) pero trabajar en Unix, aunque fuese con un shell con ventanitas, todavía tenía algo de aristocrático que me separaba del vulgo. Oh, y las oportunidades perdidas, eso es lo que mas duele: dicen Unix lleva un compilador de C integrado que nunca he usado, no he aprendido todos los truquillos del grep, nunca le he hecho un rlogin a aquella chica de finanzas...

Cierto es que me queda el Cygwin, que es una especie de disfraz para que un trocito del PC se comporte como Unix, pero me da la misma impresion que cuando Florentino Fernandez imitaba a Paula Vazquez: se le parece pero no me mola lo mismo. Tendré que enjuagar mi dolor espiritual en las ventajas materiales que trae el PC: grabadora de DVD (sólo para back-ups, ojo!) y el salvapantallas de los trenes