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No exactamente un diario.

viernes, enero 15, 1999

Lisboa Mon Amour


RECHACE IMITACIONES: SI RELUCE NO ES LISBOA

Sin haber concluido las cronicas sobre el viaje a Berlin
(quedaran sepultados en la tumba del olvido acontecimientos de
importancia capital como el encuentro con Tania y Beli (hermosas
ninfas de las tierras de poniente) o nuestra incursion en
Hamburgo habilmente disfrazados de turistas mochileros), decido
atacar el relato de mi viaje a Lisboa. Abundaran mas que nunca
las omisiones, exageraciones, parentesis y directas
confrontaciones con los hechos realmente acontecidos porque esta
vez no hay ni testigos presenciales. Como es costumbre protegere
la identidad de los personajes reales con nombres falsos.

Preparaos para el relato de un periplo de unos 3.000 km, 147
horas, 108 diapositivas color, 40.000 pesetas, 17.000 escudos
y solo ocho kg de equipaje. Quereis aventuras? Emocion? Suspense?
Pues compraos un libro de Emilio Salgari, que lo mio fue un viaje
muy tranquilo sin contratiempos, exceptuando...

El viaje de ida fue muy agradable, cuando despegabamos pude
ver la luna reflejada en el mar y en el ala y ademas el periodico
decia que Prieto encabezaba el Paris-Dakar. Cuando a punto de
llegar a Lisboa nos anunciaron que habia tanta niebla que nos
tendriamos que desviar a Oporto no le di mucha importancia y pedi
otro de esos maravillosos cafeses del avion (no es ironia, yo soy
EL pasajero al que le gusta el cafe del avion). Luego me entere
de que Oporto esta a 300 km de Lisboa. Que decir de Oporto? Pues
que de noche, con una ligera niebla y los focos iluminando a
contraluz los aviones del aeropuerto parecia uno de los buenos
episodios de Expediente X. Horas mas tarde, a las cinco de la
madrugada y despues de atravesar en bus la madre de todas las
nieblas, yo llamaba a la puerta del albergue. Si hubiese llevado
un cayado florido, una burra y una mujer embarazada me habrian
podido tomar por San Jose.

El albergue estaba lleno de rufianes y gente fuera de la ley
como yo. Me registre bajo el nombre falso de Uma Thurman y
compartia habitacion con un miembro de la Camorra calabresa, un
narcotraficante gallego establecido en Malaga y un contrabandista
escoces en transito desde las Azores.

Una niebla extranyamente densa, con probable origen
sobrenatural, moraba sobre la ciudad cuando tras dos horas de
suenyo, una blitz-dusch y un desayuno empece a patearme la ciudad
camara en ristre (apateando, apateando, por la cara con la
camara, apateando la ciudad). El casco viejo de Lisboa es un
monton de calles intrincadas en cuesta que en su p#t# vida han
oido hablar de un plan de urbanismo. Los tranvias pasan por
calles tan estrechas que puedes tocar las paredes si sacas la
mano por la ventana. Si no hubiese sido por el GPS nunca habria
salido cuerdo de aquel laberinto neblinoso y si no hubiese sido
por los dos pares de calcetines tampoco hubiese salido con todos
los dedos de los pies.

Por la noche, en el albergue, con un bacalao a la brasa y
dos copas de oporto en el cuerpo humano y una tercera en la mano
me dedicaba a despachar correspondencia cuando el mozo del
albergue aparecio con un telefono inalambrico.
- Ligada per o excelentissimo senhor Uma Thurman.
- Se mua -conteste en mi mejor portugues, a la vez que le
daba una propina y lo hacia desaparecer.
- Apitecaun, agromenauer - dije segun la clave convenida.
- Grijander Klander -me respondieron.
- Jaarl, ahcondemor -asenti. Las ordenes estaban claras: al
dia siguiente visitaria Sintra.

Sintra es un pueblo turistico de trazado irregular donde la
flor y nata portuguesa se montaban unas chabolas de impresion en
siglos pasados. Me interceptaron despues de visitar el palacio
real. Me vendaron los ojos y me subieron a un bus. Encontraron
el microfilm. El contacto era un musico callejero. El bus era
lento, traqueteante y el cambio automatico estaba desconcertado
por la carretera llena de curvas y con fuertes pendientes. Un
Iveco. Lo se.

Me abandonaron en las ruinas de un castillo moro en la cima
de un monte cercano. Desde alli se divisan todos los alrededores
(toda la niebla de los alrededores, quiero decir). El castillo
esta realmente bien, es de visita obligada para roleros y demas
gente de mal vivir.

Por la tarde me volvi a Lisboa y estuve tomando un cafe en
la terraza de "A Brasileira", una cafeteria tipica. Para
mezclarme con el ambiente estuve intentando darle conversacion
al de la mesa de al lado un buen rato, hasta que me di cuenta de
que era una estatua de Pessoa. Un tio bastante callado el tal
Pessoa. Muy introvertido.

Me disponia a volver al albergue cuando me encontre frente
a frente con un agente de la propiedad intelectual. Seguro que
no estaba dispuesto a pasar por alto que estoy fusilando todos
los topicos de las peliculas de espias.

- Quieto donde estas, Uma Thurman.
- Cuidado con el tranvia -le adverti.
- No creeras que caere en un truco tan viejo - dijo antes
de ser arrollado por el 28 (Cementerio dos Prazeres <-> Alfama).
Esto significo otro cadaver en mi consciencia y otra muesca en
el recuento de topicos baratos.

[CONTINUARA (o no)]



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