Toda la verdad sobre el fenómeno OVNI (fascículos semanales)

Después del éxito de mis misiones en Lisboa y Bahia bajo el evidente
nombre falso de Xavi Bombi, la Fundación Fenix me destina a San Francisco.
Este va a ser un caso difícil. Como dijo Trotsky: "El horno no esta para
bollos". Me llevo un guante de beisbol gigante para pescar los aviones
suicidas al vuelo y un par de botes familiares de Cucal para el Antrax.

Tras llegar me doy una vuelta por la ciudad. La transmisión del
Toyota de alquiler se parte después del segundo salto. Me tendría que haber
pedido un Mustang como Steve McQueen. Tu sí que sabes, Esteban. Como además
de la transmisión también se ha pinchado una rueda, salgo del coche antes de
que explote.

Me acerco a pié a Chinatown. Hago ver como que estoy mirando los
sapos vivos que hay a la venta en una pescadería, pero unos cuantos chinos
malvados me calan enseguida y me rodean. Se enfrentan a mi uno a uno y no
hay color. El primero me muele la vista a patadas. El segundo me mide las
costillas con unos nunchakus. El tercero ya me ha saltado dos piños cuando
llegan los SWAT y me rescatan. En el hospital del condado me ponen una
tirita y la enfermera me hace "sana, sana, culito de rana" para lo de las
costillas. Y luego nos quejamos de la seguridad social.

Temiendo otra emboscada al salir del hospital, me mezclo entre el
desfile del dia del Veterano. Mi juvenil aspecto me hace pasar desapercibido
entre los boy scouts. Tras cruzar la tercera avenida, a la altura de Bush
con Laden, me meto en un discreto garito de blues. El local es oscuro, ideal
para reposar un rato sin llamar la atención. Pido un whisky y me dedico a
observar el conjunto que toca. La vocalista captura toda mi atención. Canta
algo como "Lost all my limbs but I still got the blues". Aquello que valoran
los hombres superficiales es abundante y vibra a un par de herzios cada vez
que se mueve. El bajista se parece a Bruce Springsteen, pero cuando me fijo,
descubro que la perilla es pintada. Me vuelvo al hotel, ha sido un dia muy
largo.


Un nuevo dia. Llueve. En California. Maldita sea mi estrella.
Totalmente desconcertado. Sólo falta un dia para irme y aun no he entregado
el mensaje. Repasando el mapa de la ciudad encuentro Coit Tower, que me hace
exclamar "aixo es el que jo vull!!!". Me persono allí en menos de lo que
tarda en cantarse "I left my heart in San Francisco" dos docenas de veces.

Coit Tower (el nombre crea realmente falsas expectativas) es una
torre en medio de un parque que ofrece hermosas vistas sobre la ciudad.
Sería el sitio que Alfred Hitchcock escogería para un intercambio entre
espias. Inexplicablemente no aparece para nada en "Vértigo". El
ascensorista, un calco del señor Miyagi de Karate Kid (I a IV) se me dirige
(aproximadamente) en los siguientes términos:

"Weeeelcomyongsaaaar, leeemme explen CoitTawarstorifo'yasaaaar.
Naaaintin ze'ifoooo' Lilli Hitchcock, miiden neim Lilli Coit bilt anhandeeed
eiti fiit taaal Coit Tawar to de biuuuti of da citi of San F'ansiscoooo.
Lilli Coit naaaawn Fi'eBeeel Lilli waaas made hono'a'i membA of faia
dipa'tmen afta' jelping engin namba'fai in hoooo'ibol acsidan as a chaaail.
Ji'wiA yongsaaaar, tuyu' lef and upstai's."

Tengo a todos los lingüistas de la Fundación Fenix trabajando en
descifrarlo. Desconcertado, me dirijo al mirador de la torre que me descubre
por que no sale en Vértigo: las ventanas tienen candados y Kim Novak no se
hubiese podido caer por ellas.

Al volver a tomar el ascensor de bajada, Miyagi dise: "Aaaand whe'e yu cam
frooooomyongsaaaaar?". El contacto! Por fin!!! Entrego el mensaje sin
esperar mas:
- Calla pecadorrrrr! Que veeengo de Barbate, te da cueeeen?!!
Su cara refleja complicidad, aunque algunos menos entrenados que yo en el
lenguaje corporal hubiesen interpretado estupor.

((CONTINUARA))